La demagogia feixista

Demagogia (del griego δῆμος -dēmos-, pueblo y ἄγειν -agein-, dirigir) es una estrategia utilizada para conseguir poder político. Consiste en apelar a prejuicios, emociones, miedos y esperanzas de la población para ganar apoyo popular, frecuentemente mediante el uso de la retórica y la propaganda.


El fascismo no apela a la razón para lanzar sus consignas, sino al sentimiento. Recurren a la fe irracional. La razón desmontaría todas sus tesis demagógicas. La lógica de lo que sucede se basa en el embaucamiento. Para ellos la solución está en la defensa de un interés general, nunca bien determinado, que sólo conoce el jefe, y al que hay que obedecer ciegamente porque es el único que tiene todas las claves y el que sabe para qué sirve lo que se está haciendo. Este proyecto nacional implica la disolución del individualismo en el grupo que le acoge. Se recurre, también, al mito de los muertos caídos por la patria, en combate. 

La propaganda es el medio fundamental para despertar y favorecer la mística demagógica. Se usa todo tipo de símbolos, utilizan las grandes reuniones y escenografías, desfiles y uniformes que se convierten en fetiches.

No hace falta demostrar sus afirmaciones: lo dicen y basta. Este discurso cala en las personas menos ilustradas, y en las que más afecta la crisis. Se acusa de todos los males a las potencias extranjeras, a los judíos, banqueros, prestamistas y usureros, al socialismo marxista, etc.

Ninguna de sus afirmaciones se sostiene racionalmente, ni resiste un análisis medianamente riguroso, por eso es necesario recurrir a la fe y a la demagogia. Esto no quiere decir que no haya gente culta entre los fascistas, pero estos son los que lanzan las proclamas y pertenecen al partido como dirigentes, se aprovechan del partido y de sus militantes.
http://enciclopedia.us.es/index.php/Fascismo#M.C3.ADstica_y_demagogia